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martes, 7 de septiembre de 2021

"Ustedes saben por qué hice esto", dijo el exmarine a la policía tras masacrar a una familia en Florida

Las autoridades locales aseguran que cuando arrestaron al veterano de la Marina Bryan Riley afuera de una casa de Lakeland, Florida, donde había asesinado a una pareja, a su hijo de 3 meses y a la abuela del bebé, les dijo: "Ustedes saben por qué hice esto".
Pero también indican que no, que no lo saben, y que, de hecho, puede que nunca sepan por qué Riley atacó a una familia con la que no tenía ninguna relación conocida, más allá de que podía sufrir una enfermedad mental. La novia de Riley dijo a los investigadores que él había estado diciendo que podía comunicarse directamente con Dios.
"La gran pregunta que todos tenemos es: '¿Por qué?", aseguró el fiscal Brian Haas tras los asesinatos del domingo: "No lo sabremos hoy y quizá nunca".
Riley, de 33 años, está detenido sin fianza por cuatro cargos de asesinato en primer grado. Durante su primera comparecencia ante la corte este lunes dijo que tenía la intención de contratar a un abogado, pero se le designó a un defensor público para que lo represente hasta que lo haga.

Riley, que sirvió como marine en Irak y Afganistán, se rindió el domingo por la mañana tras un violento tiroteo con las autoridades. Cuando este terminó, un oficial entró en la casa y rescató a una niña de 11 años, que seguía consciente a pesar de haber recibido siete disparos. El lunes se encontraba en estado crítico, según la oficina del sheriff.
Riley dijo a los interrogadores que las víctimas "suplicaron por sus vidas". "Las maté de todos modos", confesó, según el sheriff del condado de Polk, Grady Judd.
"Es el mal en carne y hueso", señaló Judd, "que tenga problemas de salud mental no significa que no sea responsable criminalmente".

Judd identificó a Justice Gleason, de 40 años, como una de las víctimas; también murió una mujer de 33 años, su hijo pequeño y la abuela del niño, de 62 años. Publicaciones de Facebook y registros públicos muestran que Gleason mantenía una relación con Theresa Lanham y que tuvieron un bebé, Jody, en mayo. La madre de Lanham, Catherine Delgado, era dueña de la propiedad y vivía allí. Gleason también tenía una hija de 11 años de una relación anterior.

El sábado por la noche, unas nueve horas antes del ataque, Riley detuvo su camión y se enfrentó a Gleason mientras cortaba el pasto, según Judd y las actas judiciales. Riley, que vive a 30 millas de distancia (50 kilómetros) de Tampa, le dijo a Gleason que Dios le había enviado para evitar un suicidio de alguien llamado Amber.
Gleason y otra de las víctimas le dijeron a Riley que nadie con ese nombre vivía allí y le pidieron que se fuera. Llamaron al 911 pero cuando las autoridades llegaron, Riley había desaparecido. Un oficial lo buscó en la zona, pero no lo encontró. Judd dijo que, dadas las circunstancias, no se podía hacer mucho más.

"Recibimos miles de informes de personas sospechosas", dijo Judd. "Sugerir que tenemos tiempo para parar y hacer una investigación de cada vehículo sospechoso no es posible. No hizo ninguna amenaza. Solo era un tipo que decía cosas muy tontas", añadió.
Las autoridades locales aseguran que cuando arrestaron al veterano de la Marina Bryan Riley afuera de una casa de Lakeland, Florida, donde había asesinado a una pareja, a su hijo de 3 meses y a la abuela del bebé, les dijo: "Ustedes saben por qué hice esto".
Pero también indican que no, que no lo saben, y que, de hecho, puede que nunca sepan por qué Riley atacó a una familia con la que no tenía ninguna relación conocida, más allá de que podía sufrir una enfermedad mental. La novia de Riley dijo a los investigadores que él había estado diciendo que podía comunicarse directamente con Dios.

"La gran pregunta que todos tenemos es: '¿Por qué?", aseguró el fiscal Brian Haas tras los asesinatos del domingo: "No lo sabremos hoy y quizá nunca".
Riley, de 33 años, está detenido sin fianza por cuatro cargos de asesinato en primer grado. Durante su primera comparecencia ante la corte este lunes dijo que tenía la intención de contratar a un abogado, pero se le designó a un defensor público para que lo represente hasta que lo haga.

Riley, que sirvió como marine en Irak y Afganistán, se rindió el domingo por la mañana tras un violento tiroteo con las autoridades. Cuando este terminó, un oficial entró en la casa y rescató a una niña de 11 años, que seguía consciente a pesar de haber recibido siete disparos. El lunes se encontraba en estado crítico, según la oficina del sheriff.
Riley dijo a los interrogadores que las víctimas "suplicaron por sus vidas". "Las maté de todos modos", confesó, según el sheriff del condado de Polk, Grady Judd.
"Es el mal en carne y hueso", señaló Judd, "que tenga problemas de salud mental no significa que no sea responsable criminalmente".

Judd identificó a Justice Gleason, de 40 años, como una de las víctimas; también murió una mujer de 33 años, su hijo pequeño y la abuela del niño, de 62 años. Publicaciones de Facebook y registros públicos muestran que Gleason mantenía una relación con Theresa Lanham y que tuvieron un bebé, Jody, en mayo. La madre de Lanham, Catherine Delgado, era dueña de la propiedad y vivía allí. Gleason también tenía una hija de 11 años de una relación anterior.

El sábado por la noche, unas nueve horas antes del ataque, Riley detuvo su camión y se enfrentó a Gleason mientras cortaba el pasto, según Judd y las actas judiciales. Riley, que vive a 30 millas de distancia (50 kilómetros) de Tampa, le dijo a Gleason que Dios le había enviado para evitar un suicidio de alguien llamado Amber.
Gleason y otra de las víctimas le dijeron a Riley que nadie con ese nombre vivía allí y le pidieron que se fuera. Llamaron al 911 pero cuando las autoridades llegaron, Riley había desaparecido. Un oficial lo buscó en la zona, pero no lo encontró. Judd dijo que, dadas las circunstancias, no se podía hacer mucho más.

"Recibimos miles de informes de personas sospechosas", dijo Judd. "Sugerir que tenemos tiempo para parar y hacer una investigación de cada vehículo sospechoso no es posible. No hizo ninguna amenaza. Solo era un tipo que decía cosas muy tontas", añadió.

Riley regresó cerca de las 4:30 de la madrugada del domingo y colocó palos luminosos para crear un camino que condujera a la casa en lo que, según el sheriff, lo que podría haber sido un intento de atraer a los oficiales a "una emboscada".
Los disparos comenzaron pronto y, cuando un oficial que se encontraba en la zona oyó ruidos de estallido, alzó la alarma, lo que hizo que acudieran al lugar fuerzas del orden estatales y locales. Cuando llegaron, encontraron a un Riley aparentemente desarmado fuera, vestido de camuflaje y su camioneta en llamas.

Pero este volvió a entrar en la casa, donde las autoridades oyeron más disparos, "un grito de mujer y un gemido de bebé", dijo Judd.
Los agentes intentaron entrar en la casa, pero la puerta principal estaba atrincherada. Judd dijo que cuando fueron a la parte trasera y, vieron a Riley, que parecía haberse puesto una armadura completa.
Riley y los agentes intercambiaron fuertes disparos, con docenas "si no cientos de balas", antes de que Riley se retirara de nuevo a la casa, precisó Judd.

Todo quedó en silencio, hasta que una unidad de helicóptero se dio cuenta de que Riley estaba saliendo, dijo el sheriff. Había recibido un disparo y estaba dispuesto a rendirse.
Los agentes oyeron gritos de auxilio en el interior pero no estaban seguros de que hubiera más tiradores y temían que la casa tuviera una trampa. Aun así, un agente se apresuró a entrar y agarrar a la joven herida, que dijo a las autoridades que había tres personas muertas dentro.

Todos se habían acurrucado con miedo; el niño murió en los brazos de su madre, según la oficina del sheriff. Incluso el perro de la familia murió de un disparo.
"Nunca podré dejar de ver a esa madre con el niño fallecido en sus brazos", dijo Judd. "Es un horror de la máxima magnitud", exclamó.

Pansy Mincey Smith, amiga de la familia, dijo a The Ledger que vio por última vez a Gleason en el hospital poco después de que naciera su hijo.
"Estaba sonriendo de oreja a oreja por su nuevo bebé, tenía ese gran oso de peluche para él. Esto es tan desgarrador", escribió Smith en Facebook.
Las autoridades dijeron que la novia de Riley dijo a los investigadores que él nunca fue violento pero que se había vuelto cada vez más errático. Decía estar en una misión de Dios, y almacenó suministros para las víctimas del huracán Ida, incluyendo 1,000 dólares en cigarros, afirmó ella.

Según las autoridades, el vehículo de Riley también estaba repleto de kits de control de hemorragias y otros suministros para un tiroteo.
Trabajaba como guardia de seguridad privada y no tenía antecedentes penales, según el sheriff.
Los agentes llevaron a Riley a la cárcel con un traje blanco más tarde el domingo. Parecía abatido, inclinaba la cabeza y apenas abría los ojos, mientras los periodistas le preguntaban por qué había matado a la familia.
"Este tipo era un héroe de guerra. Luchó por su país", dijo Judd. Ahora, "es un asesino a sangre fría", zanjó.

Por: Terry Spencer y Freida Frisaro,-
The Associated Press

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