Aun recuerdo la emoción que sentí el 16 de agosto de 2012 en la toma de posesión de Danilo Medina como presidente de la república al escuchar en voz de este aquella promesa que en su gobierno no se permitiría ningún acto de corrupción y con solo el rumor de que un funcionario estuviese involucrado en actos indebidos, este sería llamado a capítulo y en un consejo de gobierno sería interrogado y que si la explicación que este funcionario le diera no lo satisfacía, lo cancelaría y lo sometería a la justicia.
Con el paso del tiempo esa emoción se fue convirtiendo en desilusión, frustración y enojo, pues contrario a esos enunciados del 16 de agosto del 2012, vimos a un Danilo Medina con actitud defensiva cuando los periodistas le señalaban rumores sobre qué tal o cual funcionario era señalado en actos reñidos, antes esas preguntas periodísticas la respuesta de Danilo Medina era con otra pregunta, CuáL CORRUPCIÓN?, e inmediatamente decía que no se debía actuar sobre la base de rumores.
Hoy nos percatamos que el principal promotor de esos actos de corrupción era el mismo presidente Danilo Medina y su entorno más intimo y familiar, los que estaban llamados a perseguir el crimen eran los principales criminales, según las acusaciones del ministerio público, hasta el pasado ministerio público era un antro de corrupción, encubrimiento, espionaje y extorsión. Obviamente apadrinado por el jefe de estado. Y todo eso porque desde el principio la única intención era depredar al estado.
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