El novelista y poeta británico Robert Stevenson sentenció que “tarde o
temprano todos se sientan ante un banquete de consecuencias”. En
efecto, como se aferraron a ver la política desde la prefectura del
marketing político, los eclecticismos y los sofismas los ciudadanos que
no entienden ni asimilan esas premisas le demostraron que el camino más
cercano que tiene un hombre con poder; es ser víctima de su propio éxito
y de su ego. Por eso, también les advertí que ese club de amigos
invertebrados, la oligarquía, la clase media, las bocinas y sus
correligionarios todos juntos se convertirían en el propio epitafio del
PLD.
Asimismo, se circunscribieron a la anómala idea de que los
triunfos no se analizaban ni se cuestionaban, lo importante era ganar.
Sin embargo, la gran vergüenza no es solo haber sido vapuleados en las
elecciones también está el hecho de que eso sucedió en pleno desarrollo
de la obra de gobierno más antropocéntrica de toda la historia
dominicana. Eso significa, que olvidaron por completo que en política
“el cómo es más importante que el qué”. Se ensimismaron de tal forma que
dejaron de ver el país con objetividad y los pocos que tuvimos la
osadía de pensar diferente fuimos ignorados y marginados, pero el efecto
demostración puso cada cosa en su lugar.
¿Y Ahora qué Sigue?
El
gran maestro de maestros y padre de la consultoría política Joseph
Napolitan dijo, “cuidado con querer buscar soluciones simples para
problemas complejos”. Desde esa perspectiva, lo primero que hay que
reconocer es que el PLD se encuentra en la situación más difícil de toda
su existencia; inclusive, hasta con posibilidades reales de convertirse
en una versión morada del PRD. Toda vez que, el 1er gran reto es la
desconfianza que las bases de ese partido le tienen a la matricula total
de su cúpula y desprecio a una gran mayoría de ellos. 2do, el líder más
importante del PLD está deshabilitado, sin mayoría congresual y odiado
por una parte de la dirigencia por propiciar la división del partido.
En
ese sentido, como el PLD profundizó el grupismo que hizo renunciar al
propio Juan Bosch el 15 de marzo de 1991; el 99% se convirtió en
Leonelista o Danilista y todos dejaron de ser peledeistas. Dentro de ese
contexto, el PLD se sustentó en un club de amigos gubernamental, en las
bases populares que viven del pescado y en un segmento de profesionales
bien marginados. ¿Hoy que significa eso? Que los amigos desaparecerán
por falta de nóminas, que las capas bajas que viven del día a día ahora
le profesarán amor al nuevo inquilino de la México con Delgado y esos
profesionales se marcharán si le venden una restructuración
gatopardista.
¿Quién le Pondrá el Cascabel al Gato?
En
febrero de 2019 en un artículo titulado “Los Tres Caminos del PLD” ante
la inminente nueva guerra púnica entre Aníbal y Escipión, externé una
atrevida propuesta que consistía en la rebelión de los jenízaros del PLD
tendente a evitar que Danilo y Leonel se convirtieran en el Roboam y el
Jeroboam del partido. Empero, ese consejo imperial (Comité Político)
estaba extasiado disfrutando de las mieles que el poder les garantizó
por el solo hecho de olvidar su verdadero rol. Por tal razón, se
convirtieron en simples tiralevitas que aplaudieron y legitimaron
inefables situaciones internas que eran propias del estilo de Luis XIV.
En
consecuencia, resulta que aquello que en un momento pudo resolverse
desarticulando las apetencias desmedidas de ambos líderes ahora tendrá
que exponerse en público para poder generar empatía cognitiva y afectiva
con las bases del PLD. Prepárense para ver ahora a los mismos que por
más 20 años fueron áulicos de Leonel o de Danilo esgrimiendo cantos de
sirenas queriendo limpiarse y edulcorar todo lo que apoyaron. Además,
tendremos lluvias de paladines de la renovación y dispuestos a enfrentar
al líder hoy deshabilitado que antes ellos mismos beatificaban en vida y
bañaban con elogios cargados de mirra y sándalo.
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