Santo Domingo,- El intento de asesinato del afamado exgrandes
ligas dominicano, David Ortiz, llega hoy a su décimo día tan enmarañado y
atrapado en un enigma que lo ensombrece todo, aportando escasa luz
hacia el fondo desde la primera noche del ataque criminal, dejando al
aire dos cuestiones de orden capital que abruman la reflexión colectiva:
quién y por qué fue mandado a matar el Big Papi.
Este caso, que ha despertado la creatividad y el imaginario para
elaborar las más inverosímiles historias y especulaciones, ha sido
alimentado, en parte, por los fallidos informes oficiales que cambian
con frecuencia las versiones, formando un complejo laberinto que sólo
agrega confusión.
Después de que civiles capturaron a Eddy Vladimir Feliz García (El
Nata), el hombre que condujo en moto a Rolfi Ferreras Cruz, el gatillero
que baleó por la espalda a Ortiz con una pistola marca Hi-Power, el
corrido de arrestos, acusaciones, y rectificaciones de datos han
confundido más que informado al país y al mundo.
Con los primeros arrestos llegó un informe de la suma que habría sido
pagada para consumar el crimen: 400 mil pesos para un grupo que, a
medida pasaban las horas, iba aumentando, a su vez que llegaban las
dudas del bajo monto pagado para tanta gente, cuando se trataba de
eliminar a una figura tan notable como Ortiz.
Horas después se conoció de una versión que el portavoz de la Policía
habría dado a una estación de televisión extranjera, diciendo que se
estaba investigando un informe de un presunto pago de cinco millones de
pesos.
Conocido de que Rolfi fue quien apretó el gatillo, que poco después
se defendió diciendo a los periodistas que no sabía que su objetivo era
David, y que lo confundió por la ropa que vestía aquella noche en la
Presidente Vásquez, el reclamo empezó por la identidad de quién pagó
para cometer el crimen y quién ordenó, desde la sombra, ejecutar el
macabro plan.
Ayer de tarde, la Procuraduría dio a conocer un boletín de prensa en
el que identifica a Alberto Miguel Rodríguez Mota, de 36 años, prófugo,
con identidad venezolana, como la persona que “presumiblemente habría
pagado” para que se ejecutara el crimen.
El tiempo potencial “podría” se refiere a acciones hipotéticas o posibles, nada de un hecho seguro.
Pero si se comprueba que Mota realmente pagó para matar, el hilo conductor debe llevar hasta el mentor del crimen.
Y mientras no sea atrapado el todopoderoso y misterioso sujeto que
necesitó de una extensa red criminal para matar a un hombre de tanto
prestigio, nadie conocerá la realidad oculta dentro del móvil que empujó
a cometer el asesinato de Ortiz.
Sólo cuando las autoridades cambien su presunción “podría” a una
acusación formal de Mota, como el hombre que pagó para matar, entonces
si tendría la vía segura para identificar al ideólogo del asesinato.
Mota se convertiría en la ficha clave, un testigo de valor
superlativo para la justicia, a su vez que un peligro para quien le
confió esa tenebrosa tarea.
Otra pieza fundamental en este caso es Gabriel Alexander Pérez
Vizcaíno, alias Hueso y Johan, la persona que habría mostrado a Rolfi la
fotografía de Ortiz.
Todavía aquí siguen planteadas las dudas, porque resulta difícil
creer que Rolfi, después de ver la imagen de David, no lo reconociera en
ese momento y aceptara ir a matarlo.
Por el momento hay diez imputados con año individual de prisión
preventiva: Gabriel Alexander Pérez Vizcaíno, Rolfi Ferreras Cruz o
Ramón Martínez Pérez, alias Rolfi, presunto autor material, así como de
Oliver Moisés Mirabal, Eddy Vladimir Féliz García (El Nata), Joel
Rodríguez de la Cruz (Calamardo), Porfirio Ayendi Dechamps Vásquez
(Nene), Reynaldo Rodríguez Valenzuela, Gabriel Alexander Pérez Vizcaíno
Lanny Estefanny Pérez Reyes, José Eduardo Ciprián (Chuki) y a Carlos
Rafael Álvarez (Carlos Nike), estos dos últimos cumplen prisión en la
cárcel de Azua.
Ahora hay cuatro prófugos de este caso: Alberto Miguel Rodríguez
Mota, Luis Alfredo Rivas Clase, apodado El Cirujano: María Fernanda
Villasmil Manzanilla, alias “La Venezolana” o “Pelirrubia”, y Alberto
Rodríguez.
La evidencia.
El lunes 10, un día después del ataque a Ortiz, Gabriel Alexander Pérez
Vizcaíno (Hueso y/o Johan) vendió a una mujer el móvil iPhone 6 plus, de
64 gigabytes”. Este aparato lo usaba para comunicarse con José Eduardo
Ciprián (“Chucky”), preso en la cárcel 15 de Azua, y quien le habría
enviado la fotografía del “objetivo” al que un grupo de sicarios debía
muerte.
Pide paciencia.
El ministerio público exhortó a la población y a los medios de
comunicación a “tener paciencia y a evitar las conjeturas”, de las que
dijo: no son saludables para el buen desarrollo del proceso...”
Por GUILLERMO PÉREZ | ADRIANA PEGUERO | YUDELKA DOMÍNGUEZ ,-
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