Su madre murió quedando pequeño y es su abuelo, Don Fico, quien se encarga de su crianza y educación, el cual tenía un negocio en el mercado y le ayudaba diariamente en las ventas. El niño se convirtió en su lazarillo, le acompañaba a todas partes.
Siendo muy jovencito, se inició leyendo los famosos Paquitos, y esto fue lo que despertó su amor y pasión por la lectura. Sus estudios Secundarios los realizó en el Liceo Agustín Bonilla. Fue un estudiante sobresaliente. Perteneció y dirigió el movimiento estudiantil Felabel, y es a partir de ahí que empezó a nacer su espíritu revolucionario. Justo al terminar el bachillerato, muere su abuelo. Este fue un golpe muy duro, ya que era la persona más importante para él, y poco tiempo después se decide a entrar al seminario.
Fue ordenado Sacerdote en su pueblo natal, en la parroquia San Juan Bautista, en el 1982. Su primera misa fue al día siguiente en la misma iglesia. En sus homilias se distinguió por tener un discurso realista, en un lenguaje claro, sencillo, entendible, con ejemplos del diario vivir, y le daba esas pinceladas de buen sentido del humor.
Ejerció su sacerdocio como párroco en Payita, Río San Juan, Villa Riva, Pimentel, y San Francisco de Macorís. En este último estuvo hasta su deceso, en la Parroquia María Madre, ubicada en el Ensanche Duarte. A pesar de los años transcurridos, siempre mantuvo una linda conexión con estos pueblos y sus gentes fueron su familia por elección.
Fundó y dirigió la revista “La Muralla”, de la cual era columnista el desaparecido Narciso González (Narcisaso); asesoró y formó parte del grupo Marcha Verde; se graduó de Licenciado en Derecho; trabajó varios años como misionero diocesano en Cuba, y estaba acreditado en Teología Religiosa.
Llevaba varios años aquejado de salud, situación que vivió de manera estoica. Nunca se quejó, se resistía a descansar; y si bien su salud era frágil, su fe era tan inquebrantable como el amor que sentía por los pobres, por los más necesitados.
Su prédica iba tomada de la mano con sus acciones. Siempre caminó junto a su pueblo, “levantando su voz por los que no tienen voz”.
Fue un hombre sencillo, familiar, sociable, trabajador incansable, incondicional, firme defendiendo sus ideales. Para muchos, fue un hermano, consejero, guía; para otros, su camarada.
En su vida le tocó despedir muchas personas. Hoy nos toca a nosotros despedirte, pero habrán las mil y una razones para recordarte :
Al escuchar la frase “ No hay fe con la barriga vacía “ .
- Cuando caminemos en la fe y abracemos la esperanza.
- Al ver la Loma Miranda, respirando a todo pulmón.
- Cuando se escuche música clásica, de contenido social, o las canciones “Dónde Están los Profetas" y "Ciudadano del Infinito”.
- Cuando al saludarte, te digan “ El señor te bendice ”.
- Reencontrarse con personas de tu querido barrio rebelde a los que tanto amaste .
- Decir con orgullo soy serie 57 , donde nació el padre Moncho.
- En el barrio , compartir una mano de dominó entre amigos .
- tu pelo y barba un tanto al descuido , te hacían único y esto hablaba de tu sencillez y humildad ; y ni decir de tus inseparables crocs , las que tanto acariciaban tus pies .
- “Dígaselo a Dios es un buen hombre “.
- “Que vaina ma’ vainosa “ cuando algo no iba bien , y te reías a carcajadas .
- En el despertar de la conciencia y el respeto a la dignidad humana.
- Cuando la gente sea lo primero y haya menos injusticia social.
- cuando escuchemos hablar de monseñor Oscar Romero a quien siempre admiraste .
- Cuando se escuche el llanto de un recién nacido porque se le respetó el derecho a la vida.
- En los tiempos de pelota y Licey esté alante, *alante*.
- Cuando relacionemos la palabra amén con amen, del verbo amar.
- O simplemente al saborear una rica crema de auyama..
ya no estás físicamente entre nosotros , sin embargo tus ideales vivirán eternamente en todas aquellas personas que te conocimos.
¡Vuela alto, amigo!
Eres inmortal, universal. Duerme tranquilo, en paz. El compromiso es nuestro de seguir tu ejemplo ; y estaremos eternamente agradecidos de Dios y de la vida por el regalo bendecido de tu presencia .
"Moncho vive'
Por: Dra. Ana Cecilia Mora,-
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