Santo Domingo,- “Eran como las 10:00 de la noche y le digo a mi mamá, mamá ábreme un poco más el oxígeno porque siento que no puedo respirar muy bien”, cuenta Luis Salas con voz flaqueante al recordar el amargo episodio cuando fue intubado por Covid-19, “no sé, no me está llegando”.
El joven venezolano de 27 años llevaba tres días en emergencia, no podía dormir acostado y su organismo estaba lleno de antibióticos. La ausencia de aire hizo que comenzara a toser y lo último que recuerda fueron los gritos de su madre al ver sus pies y manos de color púrpura mientras perdía el conocimiento.
“Mi muchacho casi se me muere…”, cuenta entre sollozos Lolimar Rea, su madre, cuando este medio le contactó vía telefónica.
“Mi hijo se me puso bien mal, salí corriendo a buscar a las enfermeras y ellas a los médicos porque se me puso morado”, agrega antes de romper nuevamente en llanto y reprochar a su hijo por revivir tal hecho que lo consumió físicamente.
A pesar de jugar tenis, escalar montañas, correr y no fumar, los pulmones de Luis Salas fallaban, luego de que estuvieran llenos de líquido. Fueron cinco las pruebas Covid, tanto de antígenos como PCR, y resultaron todas negativas hasta que le realizaron una tomografía, la cual reveló la neumonía que acababa poco a poco y de forma silente sus pulmones.
Tras días en búsqueda de atenciones médicas, la avanzada y poco tratada Covid-19 provocó en su sistema un paro cardiorespiratorio, lo que llevó a que lo intubaran, un proceso que describió como horrible.
“Fueron tan solo 48 horas con respiración asistida, alimentándose a través de vía intravenosa, y no se lo desea a nadie”.
“Es un sabor amargo y seco en la boca, como si estuvieras atorado, atragantándote con algo, que no te lo puedes sacar, que eso es lo que le está dando respiración a tu cuerpo, o sea que es lo que te está manteniendo vivo”, dice.
El también doctor, especializado en traumatología, explica que las cánulas de oxígeno no ayudan mucho, ya que su función es ayudar a ventilar, por lo que necesitaba estar conectado a un ventilador.
“Es algo que tú en sí estás allí y escuchas a las personas, pero no puedes reaccionar”, dice sobre su experiencia luego de que sus pulmones colapsaran de tanto jadear en necesidad de respirar.
Tan mal se vio que se sentó junto a su madre como pudo y a modo de despedida le dijo que le amaba, porque pensó que estaba en sus últimos días. Salas narra que además sentó a sus hermanos y pareja para distribuir sus bienes, esperando su pronto fallecimiento.
Siendo el mayor de tres hermanos y la columna vertebral de su hogar, llegó a pensar que si moría se acababa la familia. Cuando los veía ahogados en lágrimas, solo decía: “Hasta aquí llegué”.
Aunque creyó que todo había culminado una vez desintubado, durante un mes vivió con un sabor “como extraño y asqueroso” y con un insoportable ardor en la garganta mientras cicatrizaba.
Días difíciles
Mareos, moretones en las extremidades, un edema en un pie, alucinaciones, la tráquea atascada y falta de movilidad en las piernas fueron algunos de los traumas posteriores a la intubación a la que fue sometido por 14 días el ingeniero de tecnologías de la información, de 48 años.
Manuel Valenzuela, al igual que Salas, también es una persona acostumbrada a ejercitarse y jugar tenis, que resultó entre los primeros pacientes de Covid en el país a finales de marzo pasado.
Luego de tener el letal coronavirus por 12 días, en los que era regular que la fiebre ascendiera a 40 grados en las madrugadas, asistió a emergencia porque no podía respirar, allí estuvo por unas 20 horas con oxígeno por falta de camas.
Le indujeron a un coma y tres días después de haber sido desintubado fue que recuperó la conciencia, pero no sabía nada de lo que había pasado durante el proceso del cual salió desorientado.
“Más estábamos sufriendo los que estaban afuera, quienes sí estábamos conscientes de la situación”, expresa su esposa, Patricia Pujols, quien vivió en angustia unos cinco días “muy difíciles” en los que desconocía la evolución de su esposo.
Llegó un momento en que las informaciones eran menos alentadoras y ella sufría sin saber bien de su pareja, aunado al estar aislada de sus hijos bajo el mismo techo, porque también tenía la enfermedad.
“Empecé a hacer unos ejercicios y en un momento dado se me trancó la tráquea totalmente, ahí sí yo pensé que me iba a morir, fue un dolor muy fuerte”, manifiesta Valenzuela sobre una de sus vivencias luego de haber recibido el alta.
Dios
Ambos mencionan a Dios en sus testimonios.
Entre la seriedad y la jocosidad, Luis cuenta que la intubación es un momento en el cual “tú te vuelves cristiano y te vuelves religioso” y, aunque parece chiste, una de sus reacciones fue decir “Señor, yo no vuelvo a ser malo”.
Mientras que Valenzuela manifestó que fueron muchos los angelitos que estuvieron pidiéndole con oraciones a San Pedro que no lo agregara en la lista. “Que no se te quede eso, hay que creer en Dios”, finaliza.
Advertencia
Si en algo coincidieron ambos sobrevivientes de Covid es que la enfermedad es verdadera y puede llegar a matar. Como evidencia, Valenzuela cita a su papá quien también estuvo intubado por tan solo un día, pero falleció hace 7 días de un infarto.
“A cualquiera le puede tocar, no es por raza”, agrega Salas.
Mientras que Patricia Pujols insta a la sociedad a cuidarse porque “es una lotería” y aun no siendo intubados, se sufre.
Proceso
Los pacientes que requieren de esta ventilación son los que presentan insuficiencia respiratoria severa y por tanto deben ser ingresados en UCI.
Existen dos tipos de ventilación mecánica: la invasiva y la no invasiva. La primera es la que requiere de un proceso denominado intubación endotraqueal u orotraqueal.
Mientras que la ventilación no invasiva es la que requiere de una máscara que lleva el mismo nombre: mascara de ventilación no invasiva. En este caso los pacientes en muchos casos están conscientes y despiertos. Ambas ventilaciones son conectadas a una máquina que tienen medidores y sensores.
BOLETÍN
Cifras.
El nivel de ocupación hospitalario de personas contagiadas por coronavirus se mantuvo cercano al 50% durante la última semana, con la cantidad de personas ingresadas por Covid-19 oscilando entre los 1,300 y 1,400.
El boletín epidemiológico número 456, en el que las autoridades detallaron que 1,328 camas de 2,670 estaban ocupadas, cifra parecida a las que fueron publicadas en los seis días anteriores, con el informe 455 registrando un leve aumento a 1,393 internados.
Por Yadimir Crespo ,-
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