Ese debe ser el orden de las prioridades nacionales en estos momentos.
Mientras el coronavirus se disemina y conduce a una situación extremadamente crítica del sistema de salud no queda otra alternativa que la de salvar vidas primero para salvar la economía después.
En medio del repunte de contagios y muertes, inevitablemente hay que cerrar negocios, paralizar algunas actividades productivas y restringir al máximo la movilización humana.
Con estos tres factores en contra no hay maneras de reanimar la economía, atraer millares de turistas, llenar las fábricas, empresas y manufactureras de trabajadores, como hubiese sido lo ideal.
Por eso hay que definir con claridad el orden de prioridades que procede.
Para nosotros, es el de usar todos los recursos posibles para degollar el virus asesino, desalojarlo de nuestros contextos vitales y, más adelante, librar la gran batalla por la recuperación económica.
Si ambas prioridades pudieran abordarse al mismo tiempo, la disyuntiva no sería tan compleja. Pero la pandemia desafía todas las lógicas humanas y las armas de la ciencia. Y si nos descuidamos, nos agarra y nos mata asando batatas.
Tomado del editorial de
de la fecha ,-
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